CATARSIS VIRULENTA

SIMPLEMENTE UN LUGAR DONDE SENTIRSE LIBRE DE ESCRIBIR LO QUE NOS PASA, SIN RESTRICCIONES. VOMITAR PALABRAS PARA QUE NO QUEDEN ADENTRO. SER FELIZ A PESAR DE LA MALA ONDA, DE LOS ESTANCAMIENTOS Y DE LOS BONDIS REPLETOS QUE NO PARAN A LA MAÑANA. A SACAR LA BRONCA!

lunes, 10 de mayo de 2010

ELLA

Nunca había sentido un vacío tan grande. Tanta angustia de repente y tan profunda. Así de golpe, sin avisar, se instaló un par de horas en su alma y solo pudo llorar. Lloró como una nena, lloró como cuando era chica y su mamá la acariciaba y le decía que todo iba a estar bien. Ya ni se acuerda por qué lloraba cuando su mamá la acariciaba, sólo recuerda la angustia, y ese llanto, el llanto que se siente desgarrador, que responde a un dolor muy profundo, y que sólo se termina cuando se duerme.
Y se durmió, lloró una hora y se durmió. LLoró por el miedo al vacío, lloró por la sola idea de no ser capaz de completarse como persona, como mujer. Que su cuerpo no le responda como ella necesita. Y se asustó. Se asustó porque estaba así, desgarrada, llorando como una nena, y la causa era algo que puede llegar a pasar, pero que no pasó. El pánico ante lo que puede no pasar la durmió. Y esta vez no aparecieron ni el recuerdo del ex, ni el recuerdo de su abuela, ni la presencia de su mamá, ni la necesidad de que la acaricie su papá. Esta vez era sólo ella y su cuerpo, ese cuerpo que puede jugarle sucio. Ese cuerpo que nunca funcionó como debía, que siempre falló. Ella quiere tener fe, creer que va a estar todo bien. Pedirle a su cuerpo que le reponda, que la siga, que la ayude, al fin y al cabo el deseo es para los dos, para ella y para su cuerpo. Además, es por un rato, después la otra persona se va, es un ser independiente, se desteta.
Ella quiere ser la mamá que le acaricie la cabeza al hijo y le diga: "Llorá tranquilo, que va a estar todo bien".

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